CAZANDO BAQUIROS CACHETE BLANCO

Como
la mayoría de los trujillanos no son pescadores natos pues son pocos los
lugares donde se puede pescar y muchos donde se puede practicar la caza, se
pueden considerar los trujillanos como cazadores natos. Claro esta, toda regla
tiene su excepción como verán.


En
una ocasión me invitan a cazar baquiros de los llamados puercos salvajes,
sumamente peligrosos y que se cazan aguaitados o caminados por los cerros donde
ellos viven y se bañan en charcas. Lo
cierto del caso es que planificamos una salida hacia los lados de Monte Oculto,
zona fronteriza con el Estado Lara para un fin de semana que prometía mucho.


Una
vez en el sitio dispusimos esperar al alba para salir a ubicar los animales.
Uno de los baquianos insistió que algunos de nosotros fuésemos en camioneta
hasta el siguiente cerro y esperásemos en un sitio donde los puercos se bañan
en charcas. Así pues algunos nos fuimos rumbo a lo desconocido y para mi
sorpresa cuando no mas apagaron el vehiculo nos topamos con un gran riachuelo
donde los voladores (una especie de pez) se escondían por doquier debajo de las
piedras.


Inmediatamente
salimos y nos preparamos para subir al sitio determinado pero eran muchos los
bañaderos y muy extensos para cubrirlos entre los que estábamos, yo propuse que
como era el más gordo de todos, me convenía quedarme en la parte más cercana y
los demás subieran cerro arriba. No mas se habían desaparecido entre la espesa
maleza yo saque mis anzuelitos y me fui derechito al agua, tome el machete y
saque algunas lombrices y prepare una improvisada caña con un palo que encontré
al cual ate la línea y el anzuelo con carnada.
Ahí mismo, plumm… el primer volador.


Pase
mucho tiempo perfeccionando mi técnica escondiéndome detrás de las piedras y
entre los arbustos y fueron saliendo grandes ejemplares, era como una pesca de
truchas mañosas y yo estaba muy divertido y perdido en la pesca como para
preocuparme por unos cochinos josando barro.
Al medio día escuche que alguien se acercaba y tire la caña y me fui
calladito para el sitio donde tenía que estar esperando la caza.


Allá
estaban casi todos en su mayoría, viendo los rastros de donde los muerganos
esos se habían pasado y yo como buen cuentero les dije que cubrí la zona mas
abajo pues había “visto” unos rastros viejos que prometían su posible pasada. A
esto llamo yo “mentira piadosa” pues todos los presentes se lo creyeron y nos
fuimos al campamento a comer.


Al
bajar yo tome mis pescaditos y los introduje en los bolsillos de mi chaqueta
sin que nadie se diera cuenta y me fui muy feliz por mi proeza. Al llegar al
campamento se dieron cuenta que estaba relajando unos peces a lo que el mas
viejo de todos se echo a reír y dijo en voz alta “este condenado no se puede
dejar en una pasada si hay agua en las cercanías porque se va de pesca de una
vez, segurito que fue a el que se le
pasaron los puercos”.


Lamentablemente
ya no había nada que hacer pues el daño ya estaba hecho y a mi no me toco mas
que comerme mis pescaditos!!!!!!!! Fin de la cacería. Saludos VHS

esta semana te escribo sobre el cuento de unas lapas que fuimos a cazar el pana enrique y mi persona, gozamos al maximo y como siempre terminamos, comiendo pescado jejjej